Premio Gonzalo Sánchez Vázquez
En las últimas JAEM celebradas en Gijón (3 -6 de Julio) el martes día 5, se hizo entrega del VII PREMIO GONZALO SÁNCHEZ VÁZQUEZ a nuestro socio, merecedor de dicho premio por su labor docente y por sus valores humanos. Esta candidatura había sido presentada hace meses por la SMPM. El acto fue presidido por Don Serapio García, presidente de la FESPM, el secretario Don Francisco Martín Casaldelrrey leyó el acta de la junta general en la que se acordó dicha concesión, y la secretaria de nuestra sociedad Carmen da Veiga Fernández hizo una presentación de la trayectoria profesional y humana del premiado.A continuación Fernando dirigió unas emotivas palabras a los asistentes en las que a parte de dar las gracias por el premio hizo unas reflexiones muy interesantes sobre la enseñanza y habló de su proyecto actual La Asociación «Escuela Sansana«.
Presentación de Carmina da Vega
Gijón 5 de Julio de 2011
En primer lugar quiero agradecer a la Sociedad Madrileña de Profesores “Emma Castelnuovo, que me haya dado la oportunidad de presentar, hoy y aquí, a mi querido amigo Fernando Alonso Molina ganador del VII Premio Gonzalo Sánchez Vázquez.
A Fernando muchos de los que estáis ahí sentados lo conocéis y habéis tenido muchas ocasiones de compartir con él sus opiniones sobre la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas. Me propongo en esta presentación acercaros un poco más a su persona.
Fernando nace en un barrio muy popular y castizo de Madrid, el de las Vistillas, estudia sus primeros años en el colegio Nacional de su barrio, el “Vázquez de Mella”, a continuación estudia el Bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid. Este Instituto ha estado ligado en muchas ocasiones a la Enseñanza de las Matemáticas, en él fue Catedrático Don Pedro Puig Adam, y también ha sido lugar de numerosas reuniones y actividades en los albores del movimiento que ha devenido en la FESPM.
No sabemos si las paredes del instituto le impregnaron de las Matemáticas necesarias para orientar sus pasos posteriores, dado que en el ambiente familiar en el que crece no hay antecedentes universitarios. Estudia Matemáticas en la UCM de Madrid, siendo uno de esos pocos jóvenes, hijos de obreros, que llegan a la Universidad a finales de los años 60. Quizá por esto, Fernando, aprende desde pequeño a luchar hasta conseguir aquellas cosas que para él son importantes, y a perseverar en el empeño, cualidad ésta que le acompañará a largo de toda su trayectoria tanto vital como profesional.
En esa universidad de finales de los 60 y principios de los 70, llena de revueltas estudiantiles, sufre como muchos de nosotros, un cierto desencanto, no solo por las Matemáticas excesivamente formalistas que encuentra, sino también por la actitud de los profesores de la época ante los alumnos, distantes en su mayoría, lo que le hace abandonar sus estudios durante un corto periodo de tiempo.
Es un grupo de amigos y compañeros, entre los que se encuentra nuestra querida compañera y amiga Mª Ángeles Ortiz, que más tarde será su mujer, quien lo recupera de nuevo para la Universidad. Termina su carrera en 1974.
De su paso por la universidad, aparte de su título, de Licenciado en Matemáticas, aprende lo importante que es para muchos alumnos la actitud del profesor hacia ellos y la importancia del trabajo en grupo. Valores estos que estarán siempre presentes en su vida.
Una vez terminada la licenciatura, comienza su andadura profesional. De 1974 a 1976 trabaja como profesor de la Escuela de Magisterio María Díaz Jiménez. En 1977 aprueba las oposiciones de profesor Agregado de Enseñanza Media, siendo su primer destino el IES Quintanar de la Orden. Siguieron luego otros centros hasta el actual IES La Almudena de Madrid.
Interesado por todos los frentes de la enseñanza, entre 1985 y 1996 trabaja en la Subdirección de Formación del Profesorado, colaborando en las primeras etapas de la constitución y desarrollo de los Centros de Profesores. Entre otras actividades, organiza cursos de formación de asesores de CEP y de Formadores de Formadores. Desde 1988, hace coincidir este trabajo con el de profesor tutor de la UNED. Año en que conoce a Mª José, su mujer actual.
Antes de terminar la carrera, Fernando ha descubierto ya su vocación de profesor. Sabe que esta será su profesión, y como no podía ser de otra manera en él, dirige todos sus esfuerzos a ser un “Buen Profesor”. Estudia la especialidad de Metodología, completa su formación, primero con los estudios de Magisterio, que termina en 1978, y posteriormente, con los de Pedagogía. Termina la licenciatura en Ciencias de la Educación en 1983.
Busca por todos los sitios imaginables, personas o instituciones que puedan ayudarle con sus consejos y sugerencias, y sobre todo un grupo de compañeros que estén en una situación parecida y tengan como objetivo “Aprender a Enseñar”, eso hace, que se matricule en el verano de 1980, en la Escuela de Verano de Madrid convocada por Acción Educativa.
Es en esa Escuela de Verano donde surge el grupo AZARQUIEL, del que él y yo formamos parte desde su inicio, y es ahí donde yo conozco a Fernando, hace 31 años.
En este grupo de compañeros primero, y luego amigos, es donde encuentra él y todos los que lo formamos, el ámbito adecuado para reflexionar y avanzar en la enseñanza y aprendizaje de las Matemáticas.
Ya como miembro del recién nacido grupo Azarquiel , asiste a la histórica reunión de Diciembre de 1980 en Sevilla, y desde entonces ha asistido a casi todas las JAEM, así como a numerosos cursos, seminarios, y reuniones de la Federación. Participa en la creación de la Sociedad Madrileña de profesores de Matemáticas. Desde entonces, ha colaborado en diferentes actividades y continúa siendo un miembro activo de la “Emma Castelnuovo”.
Fernando habla con los alumnos, los apoya, los anima, los encauza y sobre todo los sigue, incluso los persigue, en su caminar académico. Si me pidieran que destacara la faceta que mejor ha desarrollado como Profesor, diría que es su especial interés por aquellos alumnos que, por razones de diferente índole, se desaniman y se bloquean.
En los últimos años, en el IES La Almudena de Madrid, centro con gran número de inmigrantes y que está considerado de especial dificultad, para atender a la problemática que se encuentra, estudia técnicas de grupos cooperativos, con el fin de ayudar a sus alumnos. En la última época, y en este mismo centro, ha sido 6 años Jefe de Estudios de Educación a Distancia. En esta modalidad educativa abundan los alumnos que buscan una segunda oportunidad, y que están desorientados, podríamos decir que no pocos alumnos de los que habían abandonado sus estudios reglados, han conseguido acabar el bachillerato en parte por las acciones de Fernando.
Como muchos habréis pensado, a estas alturas de la presentación, Fernando tiene una gran capacidad de trabajo y es incapaz de hacer solamente una cosa. Comienza simultaneando los estudios, desde los doce años, con el trabajo de ayudar a su padre que era viajante de comercio, él cuenta que cuando empezó “el lleva una maletita pequeña y su padre una grande y cuando lo dejó el lleva la grande y su padre la pequeña”. Después, ejerce como profesor, hace dos carreras más, aprende a tocar la guitarra, estudia francés…, y hace materiales, investigaciones, y proyectos curriculares en el seno del grupo Azarquiel.
Fernando siempre ha sido muy sensible hacia las personas con más necesidades, fueran éstas intelectuales, físicas o materiales. Así, de 1998 a 2000, junto con Mª José, colabora con Save the Children en el diseño y realización de un proyecto en Tetuán, dedicado a la atención de alumnos de educación especial. Para la realización de este proyecto, viaja varias veces al lugar con el fin de trabajar con los responsables del Centro Hanan, y con los profesores participantes.
Es un gran amante del Teatro y de la Opera, su hija se llama Violeta por la protagonista de la Traviata. Su afición por el teatro se la inculca su hermana mayor, que de joven pertenece a grupos de teatro y le lleva con él a los ensayos, incluso se podría pensar que hay un cierto gen familiar ya que entre sus familiares está el conocido actor José Sacristán. Fernando dice, que esta afición le ha ayudado mucho en diversas ocasiones, sobre todo con grupos de alumnos de especial dificultad.
Además, es un viajero incansable, amante de conocer nuevos países, nuevas personas y distintas formas de vida. En el verano de 2008, durante un viaje turístico por Burkina Faso, junto con un grupo de amigos, la mayoría profesores, visitando un pequeño pueblo de la zona, Sansana, e impresionados por las carencias que ven, empiezan a concebir la idea de que hay que hacer algo. In situ compran material escolar y hacen una donación a la escuela.
Contrariamente a lo que suele ocurrir con estas buenas intenciones, que se van difuminando cuando se vuelve a la vida diaria, la idea continuó adelante. Abrieron una cuenta para recoger las aportaciones que iban haciendo los amigos y unos meses más tarde constituían una asociación a la que pusieron el nombre de “Escuela Sansana”. Se abre así una nueva perspectiva en la vida de Fernando. Es la proyección social de su tarea didáctica a otro país, tan necesitado como este pequeño pueblo de burkines
Fernando dice que han tenido mucha suerte, y han ido encontrando personas que se han entusiasmado con el proyecto y les han apoyado. Pero, la realidad es que si detrás de esto no hubiera estado una persona como él, con su capacidad de trabajo, con su aptitud para contagiar entusiasmo, y con su tesón a la hora de luchar por aquellos proyectos que considera necesarios, hubiera ocurrido lo de siempre, que todo hubiera quedado en un bonito sueño.
Quiero acabar esta presentación dándote las gracias Fernando por todo cuanto aportas a nuestra Sociedad matemática, por el entusiasmo con que nos contagias a todos los que trabajamos contigo, y, cómo no, por esa dedicación al proyecto Sansana del que tantos niños y niñas se verán beneficiados
Palabras de Fernando Alonso Molina
1. Agradecimientos
Muchas gracias, Carmina, por tus palabras tan afectuosas, gracias Serapio por tus recuerdos, gracias Francisco por tu apoyo, gracias a la Sociedad Madrileña de Profesores de Matemáticas Emma Castelnuovo por haberme propuesto para este premio y a todas las que se han adherido a ello y a la Federación Española y a todas sus Sociedades que han tenido la amabilidad de concederme este premio tan prestigioso; para mí es un gran honor; y gracias a todos vosotros por asistir a este acto. Y quiero felicitar a la Sociedad Asturiana “Agustín de Pedrayes” por su excelente organización de estas Jornadas.
Cuando me comunicaron la propuesta, sentí una mezcla de incredulidad, ilusión y responsabilidad. Incredulidad, porque nunca pensé que fuera merecedor de esta distinción, estoy seguro de que muchos profesores de matemáticas tienen iguales o más méritos que yo. Ilusión, que es fácil de entender al tratarse del que, sin duda, es el más importante de los premios de la enseñanza de las matemáticas, el que dan los compañeros, y responsabilidad porque lleva el nombre de Gonzalo, persona de inmensa humanidad, y porque supone formar parte de un grupo de personas que han demostrado, no sólo su valía y su trabajo como profesores de matemáticas sino también sus valores humanos.
No resulta fácil estar aquí, en el lugar que han ocupado Luis Balbuena, María Antonia Canals y todos los demás premiados. Y quiero agradecer a Luis Balbuena su felicitación tan cariñosa en cuanto se enteró.
2. Mi orientación hacia las matemáticas
Antes de terminar mis estudios de matemáticas, estuve buscando a quien pudiera explicarme qué era eso de ser profesor de matemáticas, hacia lo que sentía una gran vocación pero de lo que desconocía casi todo. Algunos de los profesores con los que hablé entonces me transmitieron su forma de entender las matemáticas y la profesión de profesor, sus logros, sus dudas y sobre todo el gran esfuerzo que exige, pero faltaba traducir estas ideas a la experiencia.
Puedo decir con seguridad que mi primer maestro fue Alberto Aizpún. Mi primera experiencia como profesor la tuve en la Escuela de Magisterio de la que él era director. Se daba la paradoja de que yo me iniciaba en la enseñanza dando clase a futuros profesores, por lo que decidí asistir a sus clases en las que utilizaba materiales y técnicas didácticos. Fue un gran acontecimiento para mí, que lo único que tenía entonces, recién terminada mi carrera, eran unas cuantas ideas matemáticas embrolladas. Su autoridad intelectual y el trato exquisito que daba a todos sus alumnos me impresionaron y marcaron la forma de relacionarme con ellos a lo largo de mi vida.
Debo muchas de mis experiencias a la que fue mi mujer, Mª Ángeles Ortiz, con la que compartí mis años universitarios, mi búsqueda del sentido de las matemáticas y de cómo se podían enseñar, muchos años de trabajo en didáctica, mi hija Violeta y tantas otras cosas. Magnífica profesora, persona con una energía y un entusiasmo extraordinario, se fue en su mejor momento vital e intelectual en el año 2007. Las JAEM y la revista Suma le dedicaron ese año un merecido recuerdo.
3. Grupo Azarquiel y Ministerio de Educación
Supongo que algunos recordaréis la estupenda película de Woody Allen, gran admirador de estas tierras, la película Match Point. En ella se pone de manifiesto el papel tan importante que tiene el azar, la suerte, en muchos de los momentos decisivos de nuestras vidas. Yo he tenido suerte, porque me he dedicado a la enseñanza de las matemáticas, que es lo que quería hacer desde mis primeros años de estudiante, y he tenido una vida profesional con muy buenas experiencias.
He tenido la suerte de vivir una época en la que gran parte de las energías políticas y sindicales que había en España después de la llegada de la democracia se orientaron hacia un campo desde el que se pensaba que se podía hacer la mayor de las revoluciones: la enseñanza.
He tenido la suerte de participar en 1980 en un curso de la Escuela de Verano de Acción Educativa impartido por Pepe Colera del que surgió el Grupo Azarquiel.
En él, fuimos buscando, con mucha voluntad y mucha intuición, una línea, un método de trabajo y unos resultados basados en la experimentación siguiendo el camino que marcaban los Grupos Cero, en una época en la que en España había mucho por hacer en didáctica de las matemáticas. He compartido una infinidad de horas con Santiago Gutiérrez, Carmen da Veiga, Inmaculada Fuentes, Juan Manuel García, con el que he trabajado hasta el final, Mª Jesús Palacios, Vicente Rivière, Ana García, Joaquín Pérez, Enrique Camacho, Pedro Álvarez, Antonio Arribas, Carmen Barbero y, quiero recordarlos especialmente, Paco Herrero y Mª Ángeles Ortiz.
Hemos hablado de todo, hemos discutido apasionadamente hasta la extenuación, hemos trabajado todo lo que se puede trabajar y nos lo hemos pasado muy bien compartiendo nuestras ideas sobre la forma de enseñar las matemáticas. Con ellos he vivido la experiencia del trabajo en equipo, con sus virtudes y sus dificultades, que me ha dado muy buenos momentos y que he llevado a mi práctica docente. Y hemos consolidado una especie de familia que acude, como una sola persona, a todas las convocatorias que hace cualquiera de sus miembros.
He pasado muy buenos momentos en clase. He disfrutado mucho con las matemáticas y su enseñanza, pensando, leyendo y escribiendo, aunque no tengo especial talento para ellas, sólo tengo una cualidad: la perseverancia, a la que muchos de mis amigos llaman cabezonería.
He tenido la suerte de estar en el momento oportuno y en el lugar adecuado: en el inicio del movimiento de grupos de trabajo y sociedades, en la reunión de Sevilla de 1980, en la que, juntos, iniciamos un camino que ha llevado al extraordinario desarrollo asociativo actual, que ha unido e impulsado los esfuerzos en didáctica de las matemáticas de todo el país.
He tenido la suerte de estar en la Subdirección de Formación del Profesorado del Ministerio de Educación desde los primeros años de la creación y el desarrollo de los Centros de Profesores, que tuvieron como modelo y punto de referencia en España a La Casa del Maestro de Gijón, y de conocer, en multitud de cursos y encuentros, a muchas personas, algunas de las cuales estáis aquí. Allí coincidí con Gonzalo en varias ocasiones, colaborando con él en las gestiones de la Federación con el Ministerio para apoyar la candidatura española al ICME 7 de 1992, que no prosperó, y la del ICME 8 de 1996 de Sevilla en la que puso toda su ilusión y que, por desgracia, no llegó a ver.
4. Los alumnos y las matemáticas
Estos tiempos no son fáciles en el trato con los alumnos. Como consecuencia de una política que fomenta de hecho la fragmentación y la compartimentación de los centros, los públicos concentran una gran proporción de alumnos desmotivados y con actitud poco positiva hacia la convivencia. Pero, más allá de los esfuerzos que cada uno y entre todos podamos hacer para combatir esta situación, por encima de todo, nuestra tarea es tratar de contagiarles nuestro gusto y entusiasmo por las matemáticas.
Tenemos que respetarlos y atenderlos con afecto, pero no solo a los que causan problemas de disciplina y llaman nuestra atención, sino a todos, especialmente a los más retraídos, con dificultades de relación, que tienen poca capacidad de protesta y suelen pasar desapercibidos. Esto se ve con especial claridad en los alumnos de Educación a Distancia, los grandes olvidados, con los que he trabajado estos últimos años y que representan un sector muy amplio de la población escolar. En los últimos tiempos abundan los que vuelven a los estudios que abandonaron en épocas de prosperidad económica, tentados por empleos muy bien remunerados. Dependen casi absolutamente de la voluntad del profesor y esa responsabilidad nos obliga a prestarles especial atención y seguimiento para que mantengan hasta el final el gran esfuerzo que tienen que hacer.
5. La Asociación
Y ahora permitidme decir algunas palabras sobre la Asociación a la que me dedico. Hace unos años, unos amigos hicimos un viaje por Burkina Faso disfrutando de la belleza de su paisaje y la variedad de sus grupos humanos, pero observando también la extrema pobreza en la que vivían. A medida que avanzábamos, nos fuimos sintiendo incómodos y, en nuestras almas de turistas, se fue abriendo paso la necesidad de hacer algo para ayudarlos.
La ocasión se presentó cuando visitamos la aldea de Sansana, en un rincón del país, cerca de las fronteras de Ghana y Costa de Marfil, con una economía agraria de subsistencia y con graves carencias nutricionales, sanitarias y educativas, en la que hacían falta, entre otras muchas cosas, tres aulas para escolarizar a la población infantil.
Al volver a España, formamos la Asociación Escuela Sansana y, unos meses más tarde, después de recoger aportaciones de los amigos, un arquitecto español fue a Sansana para firmar un convenio con las autoridades y realizar las obras. Pero sobre la marcha surgieron nuevas necesidades: había que construir casas para los profesores y dar de comer a los niños para que acudieran a la escuela.
Construimos las tres aulas, las casas de los maestros y plantamos una huerta y un campo de maíz para asegurar una comida al día a los alumnos. Hicimos un pozo, una cantina y un molino (para mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres, que dedican gran parte de su agotadora jornada a machacar el mijo con métodos rudimentarios) y confeccionamos uniformes para los niños, pues muchos no querían ir a la escuela por la vergüenza de ir mal vestidos.
A lo largo de cinco meses, la población fue asistiendo con una mezcla de estupor y entusiasmo a la aparición de edificaciones y equipamientos que respondían a sus necesidades más primarias: la alimentación y la educación.
Meses más tarde, cuatro profesores, entre ellos tres socios de la Sociedad Madrileña Emma Castelnuovo, llevamos gran cantidad de material didáctico de matemáticas y trabajamos con los maestros para darles a conocer sus posibilidades. Antonio Arribas, experto en astronomía, construyó un reloj de sol.
En otro viaje, la secretaria, Sara Cuesta, y quiero decir de ella que es una persona de capacidad extraordinaria, una gran amiga y persona imprescindible de nuestra Asociación, Sara Cuesta instaló un panel solar para dar luz a una de las aulas y permitir su uso como lugar de estudio, llevó sandalias y mosquiteras a todos los alumnos y un botiquín para cuidados básicos.
Hemos puesto en marcha en mayo un aula de Educación Infantil, en septiembre se construirá un Centro de Formación Profesional para mujeres jóvenes, y, en años posteriores, una Escuela Infantil, 50 huertos que cultivarán las mujeres y se ampliará la iluminación a todas las aulas.
Una de las cosas que da más sentido a la vida es ayudar a los demás y esto es fácil de entender por los que nos dedicamos a la enseñanza. Hemos decidido trabajar con África; algunos pueden pensar que hay mucho que hacer a nuestro alrededor, pero cada uno tiene un momento y un lugar en el que se siente útil y nosotros hemos encontrado el nuestro con las personas que tienen todas las privaciones, a las que le falta lo más básico y a las que ni su entorno más próximo, ni su país, que ocupa uno de los últimos puestos en el índice de desarrollo humano de la ONU, pueden proporcionárselo.
La nuestra, es una asociación pequeña en la que se puede seguir de modo muy cercano los resultados de sus acciones, que son muy concretas e inmediatas. No tiene gastos administrativos ni de gestión, ni de infraestructuras, ni viajes, ni dietas, ni nada, todo el dinero va directamente a los proyectos.
Contamos sobre todo con la ayuda de nuestros socios y os invito a que la conozcáis entrando en nuestra web y a que participéis con nosotros. Y si queréis, podéis acompañarnos en alguno de nuestros viajes para conocer desde dentro un país fascinante y para ayudar a los profesores, a Salimata, a Cristophe, a Bébé, a Zénabo, a Robert y a todos los alumnos de Sansana a mejorar sus clases de matemáticas.
6. La familia
Quiero decirle a mi hija Violeta lo mucho que llena mi vida y el cariño que ha hecho brotar de mí. Sabes que siempre estoy para lo que me necesites en tus alegrías y en tus angustias, que tengo la suerte de compartir.
Quiero agradecer a Mª José, mi mujer, todo lo que hemos vivido, su amor, su paciencia, su inteligencia, su sentido común y el haber trabajado juntos en todos nuestros proyectos, y en todos significa en todos. Profesional de éxito y mejor persona, ha estado a mi lado en los momentos difíciles y siempre ha tenido una palabra sensata que me ha ayudado a ver las cosas de una forma más clara.
A ellas dos quiero dedicar este premio.
7. Para terminar
Y quiero terminar con una anécdota que me ocurrió hace unos años.
Como quizá algunos sepáis, Fernando García Morcillo fue director de orquesta y autor de más de 1.000 obras para el cine y la comedia musical, pero tuvo el dudoso acierto de componer la canción “Tengo una vaca lechera”. A partir de ese momento, toda su obra quedó sepultada por tan popular estribillo.
A mí me ocurrió algo parecido, salvando las distancias con tan ilustre compositor. Hace unos años, en unos encuentros de la Sociedad Madrileña Emma Castelnuovo, presenté la comunicación “Cien formas posibles de cortar el queso” en la que se estudiaban secciones de figuras geométricas mediante cortes reales de quesos de distintas formas. Quizá no fuera ajeno al éxito de la comunicación el reparto posterior que se hizo entre los asistentes de los seccionados quesos, acompañados de abundantes cantidades de pan y vino.
Un tiempo después, en una reunión de profesores, un compañero se me acercó sonriente y me dijo: “yo te conozco”. Yo me dije, quizá sepa de mis trabajos con el Grupo Azarquiel, tal vez de algunas de mis publicaciones, acaso ha estado en uno de los cursos de formación que he dado o que he organizado… Pues nada de eso. Mi colega sin darme tiempo a reaccionar, me soltó: “Tú eres… el del queso”. Espero que esto mejore a partir de ahora, y al menos puedan decirme: “Tú eres… el del premio”.
Muchas gracias.